domingo, 23 de agosto de 2015

Un día...



Un día mi madre dio a luz a una niña, no sé a que hora, pero si sé que día. 
Un día mi madre cargó de deseos y sueños a esa niña, 
pero lo que ella nunca supo es que esa niña nunca nacería ese día, ni a esa hora.

Un día mi madre dio a luz a un niño,
cargado de barreras que tenía por delante.
Una lucha contra una sociedad, contra las ganas de rendirse,
una lucha contra el dolor de esa madre, de ese padre, 
de esxs abuelxs, de esxs hermanxs.
Una lucha contra él mismo.
¿Qué culpa tenía mi madre?

Un día mi madre vio crecer a esa niña,
llena de miedos, de rabias, de penas.
Un día mi madre vio caer a esa niña,
quizá era demasiado tarde, quizá fue en el momento oportuno,
quizá, quizá, quizá. 

Un día unas madres tuvieron esa misma niña,
pero ninguna de ellas supo que era un niño.
Un día unas madres tuvieron ese mismo niño,
pero ninguna de ellas supo que era una niña.
¿Qué culpa tenían esas madres?

Un día muchas madres lloraron, 
por ellas, por esxs niñxs,
por el pasado, por el cruel presente...
Por ese futuro esperanzador.
Un día esxs niñxs sacaron la voz,
no todxs, no muchxs, no con las mismas madres.



Un día mi madre parió un niño,
el mismo día en que tuvo a esa niña,
a la misma hora.

viernes, 27 de marzo de 2015

La Diversidad y su deuda.

Han pasado tres años desde el horrible crimen de odio contra Daniel Zamudio, con tan solo 24 años fue brutalmente asesinado por la ignorancia, por los prejuicios y por animales.


Desde este día Chile "cambió", es lo que he oído decir. Según yo, no ha cambiado Chile, hemos cambiado nosotrxs lxs que pertenecemos a esta "minoría" apuntada con el dedo, llena de prejuicios, de mitos, de mentiras, de asco, de odio. Hemos sido nosotrxs que desde este dolor nos hemos levantado alzando la voz para que esto no suceda NUNCA MÁS y que esta sociedad vea que existimos con dignidad y derechos.
Suena quizá bastante esperanzador, se dieron cuenta de que esta "minoría" tenía voz y voto, y desde ahí hemos avanzado con una "Ley Antidiscriminación" (algo básica), y visibilizando a la diversidad LGB...¿Y la T dónde queda?


Han muerto muchxs Trans, la sangre de nosotrxs ha ensuciado las calles y nuestras casas cuando somos nosotrxs mismxs lxs que nos queremos quitar la vida, y aún así seguimos invisibilizados por esta sociedad y por este "minoría" que al lado de nosotrxs no son TAN pocos. Ser el grupo más discriminado dentro de los discriminados es doloroso y cansador, porque no solo luchamos contra la sociedad, si no que, luchamos contra nosotrxs mismos intentando de que nuestra "comunidad" se acuerde de que existimos. 


Hace poco tiempo se aprobó la Unión Civil, reconociendo a parejas del mismo sexo, luego de esto leí inmediatamente el egoísmo de sus discursos, en donde decían "Ahora vamos por el matrimonio igualitario" y yo me preguntaba ¿por qué carajo no nos ven? 
No he negado la necesidad del matrimonio igualitario, pero seamos sinceros, si la gente no se casa estudia igual, si la gente no se casa trabaja igual, si la gente no se casa se le reconoce su identidad igual, y así muchos ejemplos más...¿Sabe usted lo que pasa sin una Ley de Identidad de Género?
¿Cuantas personas Trans más van a morir para que RECIÉN en ese momento sepan que existimos? ¿Cuantas vidas más debemos reprimir para que luchemos todxs por una Ley de Identidad de Género que reconozca algo tan básico como nuestra IDENTIDAD

¡FUERZA TRANS!




martes, 3 de marzo de 2015

El fantasma de Marzo.

Salí del colegio el año 2009, cumplí mi condena estudiantil. Podría contar como cualquier estudiante las maravillas que habían en el colegio, o quizá las típicas quejas de un alumno, pero tengo un recuerdo mucho más amargo que contar.

Llegó marzo y mis redes sociales se han llenado de estados estudiantiles de sus ingresos al colegio/universidad y a mi mente llega el fantasma del uniforme escolar, ese que por años me obligaron a usar, y que era mi agonía todos los días, esa falda que me acompañó por tanto tiempo y que hoy es la que me hace despertar llorando cuando sueño que la tengo puesta nuevamente.


Cuantxs de nosotrxs sufrió la misma agonía de utilizar un maldito uniforme de acuerdo al género que nos asignaron pero que no nos correspondía, quizá cuantxs en estos momentos están sufriendo la agonía de regresar al colegio y tener que usar el uniforme. Cada uno ha vivido esta experiencia con distintos sabores, pero el amargo se siente igual.

No es solo el uso del uniforme lo que me atemorizaba solamente, también el uso de los baños, el tener que evitar entrar y muchas veces enfermarme por aguantar TODO el día. Los últimos años aprendí a usar el baño en horas de clases, cuando no había nadie, aunque recibía el reto de profesorxs que te decían "y usted, no tuvo recreo para ir?"


Recuerdo perfectamente las discusiones que tuve con mi madre, cuando del colegio la llamaban para amenazar con mi suspensión y cancelación de matricula por no usar falda, ahí el mundo se me iba abajo y al otro día tenía que volver a usarla. ¿Cómo carajo le explicaba a mi mamá que ese no era mi uniforme? ¿Cómo le explicaba que usar falda me hacía morir lentamente? ¿Cómo le explicaba que me sentía vulnerable, desnudo, ridículo? ¿Cómo le explicaba que todo el día tenía que recibir comentarios estúpidos porque me veían que estaba con falda y que hasta mis profesores se daban el lujo de mencionarlo? Llegaba en la mañana con la maldita falda, entraba a la sala, me sentaba después de escuchar "¡Te pusiste falda!" y algunas risas, y de ahí no me levantaba en todo el día, sin salir a recreo, sin usar el baño, sin moverme y muchas veces no quería respirar. Llegaba a casa y solo quería quitarla y morir esa misma noche para no volver a pasar por lo mismo. 

Ahora que ya salí del colegio, lamento tanto no poder mostrar mis fotos de licenciatura, lamento tanto no poder ir a los desfiles con todxs mis amigxs que desfilaban para correrse de clases, lamento no haber llegado a mi casa con los pantalones rajados por jugar a la pelota en el recreo, o los zapatos gastados por jugar en la tierra.


Después de leer esto, usted se quiere seguir quejando de entrar al colegio? Usted quiere seguir leyendo estas historias de más chicxs Trans o quiere que nunca más se vuelva a vivir lo mismo? Como me gustaría que nadie más pasara por este dolor, por estos malditos recuerdos que no pude acumular porque me uniformaron y marcaron de por vida, porque necesitan identificar una "señorita" y un "varón" de colegios que te enseñaban las mismas cosas, y te convertían en máquinas porque no te enseñaban de la vida. Que doloroso es despertar llorando en las noches, porque tuviste una pesadilla en donde tienes una falda puesta, una maldita falda puesta.







Francisco Emilio.



sábado, 28 de febrero de 2015

Temor de Padres.

Hace un tiempo atrás, un chico trans me habló sobre el sentir de nuestros padres, padres que tienen hijxs trans. Me quedé pensando, y le di muchas vueltas, y así como me lo explicaba él, intento entenderlo yo también.

Como persona Trans, tenemos el respaldo y apoyo de muchas personas, de amigxs igual que tú, de organizaciones, de colectivos, de grupos y un sin fin de personas que apoya la dignidad de las personas Trans en la sociedad...pero ¿dónde lloran nuestros padres?

El temor de nosotros es el temor de no poder conseguir una cirugía, o el cambio legal. También le tememos a la sociedad, a como salir de nuestras casas siendo nosotros sin que nos apunten con el dedo, y es un temor normal, no debería serlo, pero lo es. Debemos salir a la calle a luchar por nuestra dignidad y respeto, pero ¿El temor de nuestros padres dónde queda?

Siempre he dicho que "mí felicidad es el duelo de mi madre", es su pena, es su "perdida", parió una niña y terminó con un niño. ¿Dónde lloró ella? ¿A quién le preguntó como tenía que luchar conmigo? ¿Quién le contó mi realidad? Cada vez que escuchaba de diversidad solo veía violencia, prostitución, asesinatos y un sin fin de verdades, pero no sabía de una realidad distinta.

Hoy, al igual que muchxs padres tienen esa pena guardada, no hay un refugio para ellxs, pero sí para nosotrxs, que muchas veces olvidamos que ellxs también deben vivir este proceso.








Francisco Emilio.