martes, 3 de marzo de 2015

El fantasma de Marzo.

Salí del colegio el año 2009, cumplí mi condena estudiantil. Podría contar como cualquier estudiante las maravillas que habían en el colegio, o quizá las típicas quejas de un alumno, pero tengo un recuerdo mucho más amargo que contar.

Llegó marzo y mis redes sociales se han llenado de estados estudiantiles de sus ingresos al colegio/universidad y a mi mente llega el fantasma del uniforme escolar, ese que por años me obligaron a usar, y que era mi agonía todos los días, esa falda que me acompañó por tanto tiempo y que hoy es la que me hace despertar llorando cuando sueño que la tengo puesta nuevamente.


Cuantxs de nosotrxs sufrió la misma agonía de utilizar un maldito uniforme de acuerdo al género que nos asignaron pero que no nos correspondía, quizá cuantxs en estos momentos están sufriendo la agonía de regresar al colegio y tener que usar el uniforme. Cada uno ha vivido esta experiencia con distintos sabores, pero el amargo se siente igual.

No es solo el uso del uniforme lo que me atemorizaba solamente, también el uso de los baños, el tener que evitar entrar y muchas veces enfermarme por aguantar TODO el día. Los últimos años aprendí a usar el baño en horas de clases, cuando no había nadie, aunque recibía el reto de profesorxs que te decían "y usted, no tuvo recreo para ir?"


Recuerdo perfectamente las discusiones que tuve con mi madre, cuando del colegio la llamaban para amenazar con mi suspensión y cancelación de matricula por no usar falda, ahí el mundo se me iba abajo y al otro día tenía que volver a usarla. ¿Cómo carajo le explicaba a mi mamá que ese no era mi uniforme? ¿Cómo le explicaba que usar falda me hacía morir lentamente? ¿Cómo le explicaba que me sentía vulnerable, desnudo, ridículo? ¿Cómo le explicaba que todo el día tenía que recibir comentarios estúpidos porque me veían que estaba con falda y que hasta mis profesores se daban el lujo de mencionarlo? Llegaba en la mañana con la maldita falda, entraba a la sala, me sentaba después de escuchar "¡Te pusiste falda!" y algunas risas, y de ahí no me levantaba en todo el día, sin salir a recreo, sin usar el baño, sin moverme y muchas veces no quería respirar. Llegaba a casa y solo quería quitarla y morir esa misma noche para no volver a pasar por lo mismo. 

Ahora que ya salí del colegio, lamento tanto no poder mostrar mis fotos de licenciatura, lamento tanto no poder ir a los desfiles con todxs mis amigxs que desfilaban para correrse de clases, lamento no haber llegado a mi casa con los pantalones rajados por jugar a la pelota en el recreo, o los zapatos gastados por jugar en la tierra.


Después de leer esto, usted se quiere seguir quejando de entrar al colegio? Usted quiere seguir leyendo estas historias de más chicxs Trans o quiere que nunca más se vuelva a vivir lo mismo? Como me gustaría que nadie más pasara por este dolor, por estos malditos recuerdos que no pude acumular porque me uniformaron y marcaron de por vida, porque necesitan identificar una "señorita" y un "varón" de colegios que te enseñaban las mismas cosas, y te convertían en máquinas porque no te enseñaban de la vida. Que doloroso es despertar llorando en las noches, porque tuviste una pesadilla en donde tienes una falda puesta, una maldita falda puesta.







Francisco Emilio.



1 comentario:

  1. Gracias por expresar lo que muchos sentimos en algún momento , o quizá para algunos sigue sintiendo.
    Saludos Pancho.

    Consu.

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